Por: Germán M.
Seguramente, el pensamiento del común de la gente, si le preguntas qué cree que comen
los presos, se remiten al pensamiento estereotipado de a pan y agua. Afortunadamente, no
es así. Pero el alimento que se brinda a la población reclusa no me parece balanceado, ni en
calidad, ni en cantidad.
Si nos remitimos a los presupuestos que maneja el INPEC y su superior el Estado, nos
sorprendería el monto de dinero que se destina a los alimentos de los presos, y el discreto
resultado, cuando después de una hora de fila reclama una mínima ración de comida mal
cocinada, sin sal, sin azúcar, sin sabor.
Develar el destino de presupuestos, alimentos, insumos, etc., sería digno de otra columna o
incluso un reportaje.
En conclusión, la comida que se sirve en esta institución dista mucho de ser lo ideal, y lo
peor, todo indica que no mejorará, al menos a corto plazo.